sábado, 29 de diciembre de 2012

De conveniencia

Mientras se estaba arreglando, se miraba al espejo sin creerse que esto le estaba pasando. Era su gran dia, el dia que siempre le habían dicho que iba a ser el mas especial de su vida.....y allí estaba, sin creerselo. No por lo especial, sino por que no lo parecía realmente. Era como otro día. Bueno, algo especial era. Rompía todos los esquemas de lo correcto, de sus creencias, de lo bueno y lo malo, de lo establecido.

Todo empezó a cambiar hace 2 años. Después de la guerra, la gente paseaba con esa cara de derrota y esa rabia de desear la muerte a uno mismo y al prójimo. Adela era joven y a pesar de haber vivido la tristeza de la guerra, todavía tenia esa ilusión de la juventud, de que todo va a cambiar a mejor, de luchar por un futuro. Allí estaba, embarazada de un amor fortuito, de un amor de paso, violento y sin pensar. Sin estar casada, aquello era un deshonor, una vergüenza para una familia humilde y sin más posesiones que el honor.

Llevada una mañana al convento con las especificaciones concretas de que aquello era producto del pecado y tenia que ser despojado como tal. Una vez habiendose producido el alumbramiento, ese niño debía llevarse a satisfacer a alguna familia cristiana para que se restableciera el orden de lo impuro con lo puro, lo maligno por lo sagrado. Adela lo sabia. Entendía que había jugado mal sus cartas y este era el precio que tenia que pagar. Pero todo eso no le hacia que le gustara la idea de dejar de ser madre en el momento de serlo.

Después de varios meses en el convento, aquella mañana el padre de Adela le estaba esperando en la puerta. Ella salia con una cara diferente. La alegría de su mirada se había perdido. Su gesto era duro y triste. Su cuerpo grande y deformado por la maternidad no tenia su premio. Sus brazos estaban vacíos. Su mente estaba ausente. Su padre le miro e ignorando al fantasma que llevaba a su lado, suspiro tranquilo. Su conciencia y su orgullo estaban tan limpios como la atmósfera de la mañana.

"Lo mejor para ti es que te cases pronto" Le dijo su madre al llegar a casa. "El hijo de la Eugenia esta soltero y no se le conoce novia desde hace mucho tiempo. la madre esta desesperada. Puede ser un matrimonio caído del cielo" Adela sabia que Esteban era un poco raro. Nunca se le había conocido novia. A ella le daba igual. Ella no quería saber nada mas de hombres. Le habían arrebatado un hijo, y el amor con él. Ya no quería querer ni ser querida nunca más. No se creía con ese derecho de ser feliz. Su hijo se había llevado todo su amor y felicidad con él.

Allí estaba, en el día de su boda. Sus padres contentos. Los padres de su futuro marido más contentos todavia. Después de la ceremonia se subieron al coche. Ella nunca había hablado con él. De repente se giro hacia ella y le dijo "Se de tu entrada al convento y de tu hijo fuera del matrimonio. No te preocupes. No te repudio, pero quiero que sepas que yo también traigo alguna sorpresa a este matrimonio. Veras......me gustan los hombres. Tengo un novio al que quiero mucho, pero mis padres no lo han aceptado nunca. Se que nuestro matrimonio no es por amor, por eso te lo digo" Adela le cogió de la mano "No te preocupes Esteban. A mi no me gustan los hombres". Se miraron a los ojos y sonrieron. Quizá esta boda no ha sido tan mala idea.

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