viernes, 16 de agosto de 2013

Algo especial (primera parte)

Abrió los ojos y miró a la habitación con ojos nuevos. Se incorporó y cogió su libreta. Siempre que se levantaba escribía lo que había soñado. Su mundo onírico le daba pistas de donde se tenia que dirigir. Describía sus sueños con pulcritud. A toda la gente que conocía le costaba recordar lo que soñaban. No a él. Siempre le había parecido muy fácil recordar lo que había soñado. Lo hacia desde que era pequeño. Siempre le había fascinado su mundo irreal, el cual a veces lo confundía con el real.

Mientras se acercaba al lienzo, cerraba los ojos tratando de recordar los colores y los sentimientos que le producían los recuerdos de las imagenes soñadas. Si se concentraba mucho, a veces podía incluso olerlos. Ya lo tenia. Como una imagen fotográfica en su cerebro, se preparaba a plasmarlo en el blanco canvas. Las pinceladas iban solas, a veces sorprendiéndole, como si trataran de dirigirlo.

Había sido hijo único y el amor pasional de su madre no había ayudado a que su ego dejara de crecer. Era una persona sabida de ser tocada con la varita de la genialidad y no se comparaba con los demás mortales. Era un ejercicio fútil, una perdida de tiempo. Él se sabia más que nadie que había conocido y retaba a cualquiera que se le acercara, sabiendo que malgastaba su saliva. A veces se cansaba de tener que explicar su carácter introvertido y "especial". Todos lo consideraban normal debido a su genialidad. A él le aburría al máximo. Le hubiera gustado encontrar a alguien como él, que por una vez entendiera lo que es ser genio. Sin copiar, sin alabarle, sin llorar.

Una vez terminado el cuadro decidió salir a la calle. Hacia un poco de aire, así que pensó en coger un sombrero. Cogió uno que tenia de su abuela. Le gustaba ponérselo pues por un momento era ella. Siempre le gusto el porte digno de su abuela. Claro esta que seguramente, ella nunca hubiera llevado el sombrero con el pijama y unas Dr. Martins desenlazadas. Pero a él le daba igual. Nadie de los que había en la calle le parecía tan importante como para merecer llevar otro atuendo. Mientras caminaba por los callejones la gente se giraba a verlo. No sabían si era una mujer o un hombre debido a su pelo largo y sus rasgos femeninos. A él eso le encantaba.

Se paró en un escaparate. Era un escaparate caótico, con muchas cosas antiguas, sin ningún orden, distribuidas en una tienda que parecía la casa de un bohemio ecleptico. Mientras miraba una cámara de fotos antigua sus ojos se posaron en una de las clientas de dentro de la tienda. Ella era pequeña, con el pelo de color negro y unos ojos tremendamente grandes. Sus ojos se encontraron y de repente sintió como si el corazón le diera un vuelco. Se quedó hipnotizado por la imagen de ella. Una voz dentro de él le gritaba que entrara en la tienda, que no le dejara escapar, pero su cuerpo estaba paralizado.

Al salir ella, se paró delante de él. "Hola. Me llamo Una. ¿y tu?". Él se quedo mirando la mano tendida de ella y al volverla a mirar a los ojos, el tiempo se paro. La voz de su cabeza le decía que reaccionase, pero él tenia más ganas de desmayarse que de hablar. Ella sonrió y se giró dispuesta a marcharse. "Me llamo Hugo. Espera, no te vayas. ¿Vives por aquí?" dijo, hablando de golpe y sin parar. Ella se giró y asintiendo con la cabeza le miro sonriente. Él le sonrió también sintiendo un calor instantáneo en su corazón. Le gustaba mucho todos los sentimientos que esta chica creaba en él. No quería que se fuera. Quería estar más rato con ella. No sabia que podía hacer para retenerla.

"¿Quieres tomarte algo conmigo? Yo todavía no he desayunado.". Ella, sin parar de mirarle volvió a asentir. "Cerca de aquí hay una cafetería muy especial donde hacen los mejores cafés del mundo" dijo, sorprendiéndose de que su boca siguiera hablando sin saber muy bien como. De repente iban caminando los dos juntos, sin hablar, pero le daba la sensación de que se conocían de hacia mucho tiempo. No era una desconocida y no le importaba estar en silencio mientras caminaran hacia el mismo sitio.
Una vez sentados ella le dijo " Eso que llevas es un pijama, ¿no?" y sonrió. Él se sonrojó al darse cuenta que las reglas sociales no admiten el pijama como ropa para llevar al exterior. "Si. Perdona. Pensaba salir a tomar un café solamente" y miró al suelo pensando que realmente lo que no había pensado era en encontrarse con ella.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Solo una

Mientras se viste, lo mira a la cara. Le cuesta pensar que ha pasado la noche con él. Parecía que tenían tantas cosas en común, pero la realidad de la mañana le da otro punto de vista. Las cervezas de más han hecho su trabajo y han hecho lo negro, blanco. Ahora que se ve fuera en la calle, recuerda todo como si fuera en este mismo instante. Ve la puerta del Nite Club cerrada y como la gente camina con ritmo rápido y sin pararse a los detalles.

Eran las 11 de la noche. Ella se sentía con ganas de salir. Su jornada laboral había sido lo suficientemente dura para querer tomar una cerveza. Uno de esos días en los que necesitas una cerveza y no sabes como hacerlo para que alguien te acompañe. Odiaba beber sola, e ir a un pub sola no era opción. Ya fichando en la puerta vió a uno de los celadores que siempre le decía cosas entre turno y turno. "¿Te apetece una cerveza?" le soltó sin pensárselo a lo que él, inesperadamente le soltó un "Vale".  


Una vez en el pub de la esquina del curro se pidieron unas jarras. A eso que le dijo al Dj "Oye, ¿tienes algo de los  Smiths?" y el chaval, todo moderno, le dijo "Tengo algo mejor" y le puso "Crazy" de los Nothern Portrait.


Ella moviendo la cabeza a su compañero de curro mientras escuchaba la música, le pregunto "Oye, ¿y a ti? ¿Que música te gusta?" y él le dijo que le gustaba la misma música. Que le gustaba mucho Morrisey, Siouxsie and the Banshees, Pulp, Johnny Marr, Suede y New Order. Al oír estas palabras se quedo en blanco. Nunca pensó que el celador, al que daba coba por ser educada, le gustara la misma música que a ella. 


De pronto empezó a sentir una fuerte atracción hacia él. No se si fue por la cerveza o por su olor a desodorante. Quizá por el olor a cigarro a medias en su boca o por su pelo pelirrojo. Todo ello junto, le hizo verlo de una manera distinta. Dicen que los pelirrojos desprenden un olor dulce y que solo la gente que ha estado con uno de ellos sabe lo que esto quiere decir. De repente, ella quería estar dentro de ese grupo. 

Mientras cogía el autobús para volver a casa, recordaba cada momento de la noche anterior. Como después de los besos en el pub decidieron irse a casa de él a por la última. Como de camino a su casa se paraban en cada esquina para comerse a besos y como al abrir la puerta le faltaba manos pues las 4 estaban ocupadas. Como para llegar a la habitación rodaron por  todas las paredes a oscuras y como al llegar a la habitación prefirieron quedarse en el sillón de al lado de la cama. 

Mientras él le cantaba al oído " I don´t mind if you forget me", ella le besaba el cuello lentamente.
"I don't mind if you forget me
having learned my lesson
I never left an impression on anyone
so now you send me your hardened 'regards'
when once you'd send me 'love'
sincerely I must tell you
your mild 'best wishes'
they make me suspicious
but I don't mind
I don't mind if you forget me
having learned my lesson"