domingo, 28 de abril de 2013

Oscuridad

La calle estaba vacía. Solo se oían sus pasos rápidos chapoteando con las gotas de agua del suelo. Sus manos estaban resguardadas en los bolsillos de su abrigo y su cabeza no paraba de pensar. Estaba harta de sentirse culpable de una situación que le hacia ser feliz. De una situación que la estaba sacando de un pozo oscuro donde hacia tiempo que se estaba ahogando, y lo malo es que aunque estaba pidiendo la mano a todos, nadie se la tendía. La miraban ahogarse poco a poco y complacidos, miraban pensando "Si. Ahogate. Nosotros ya lo hicimos hace tiempo. Ahora te toca a ti" y ella los miraba con ojos abiertos, no entendiendo el juego sucio de la vida.

Nadie le había explicado que llega un momento en la vida en que te ahogas. Y quizá la gente piense que  estas exagerando por que desde fuera el sol siempre brilla más fuerte y los problemas se ven mas livianos, pero ella no podía aguantar mas. No podía soportar que aunque estaba gritando la gente no se giraba y que cuando lo hacían y la veían agonizando, se giraban con una mueca diciendo que no era para tanto. Y ella se quedaba allí, de pie, sola, vacía, defraudada, sin creerse que esa era la vida que tenia que vivir para siempre.

Cuando más se hundía, casi a punto de ahogarse del todo y cerrar sus ojos a su muerte, de repente, una mano salió desde ninguna parte. Cuando se agarró a ella, vio que era una cara desconocida. Era una cara amable, honesta, que por fin la veía con ojos reales, que la miraban preguntándose por que se estaba ahogando, por que estaba sola en ese pozo oscuro. Ella no lo conocía, pero sus ojos vieron en los de él un oasis perdido, una paz que anhelaba desde hacia tiempo.

Él la cogió de la mano y la abrazo, de una manera que ya había olvidado. Mientras lo hacían, la gente les miraba y sus ojos veían con suciedad lo que era un acto heroico. Veían que ella era una cobarde por no haberse quedado en el pozo y haber sido una martir, como todos ellos. Sus caras grises miraban mal este acto de valentía, por que a ellos no había venido nadie a salvarlos. Lo que ellos no sabían es que si él la había salvado, él tendría que unirse con ella en el pozo y hundirlos a los dos juntos.

Ella volvía a respirar en sus brazos y él se sentía tan necesitado que no podía dejar de abrazarla. Su voz era música celestial para sus oídos. Ella le pedía que no le dejara nunca, que no dejara de abrazarla. Sin él volvería al pozo donde la había encontrado, pero esta vez su caída seria tan fuerte que no volvería a salir más. Él le prometía que no lo haría, pero los ojos de la gente le miraban tan fuerte que le hacían daño. Sabia que no podía dejarla morir, pero si no lo hacia, le iban a matar a él también.

Mientras seguía caminando, pensaba en él y su cara se iluminaba. "Me ha dicho que esta noche vendrá a buscarme. Que prepare todo que nos vamos. Me da igual todo. Solo sé que soy feliz. Que si estoy sin él no puedo vivir" Llegando a casa, recibió un mensaje al móvil. "No puedo ir. He estado pensando que esto no es tan buena idea. Tu lo sabes también. Creo que es mejor que dejemos de vernos por un tiempo. Lo siento". El móvil se le resbalo de sus manos. Sus ojos se quedaron en blanco, su cuerpo se debilitó tanto que cayó de rodillas al suelo. Poco a poco, su cuerpo empezó a caer en ese pozo, y aunque decía su nombre y se intentaba agarrar a las paredes, poco a poco la luz de sus ojos se fue yendo, hasta que la oscuridad fue total.




Rauelsson - Fluvial from sonic pieces on Vimeo.