jueves, 1 de noviembre de 2012

La antimadre

Vestida de blanco, con un camisón largo, comprado en unos grandes almacenes aconsejada por todas sus amigas que habían sido mamas hacia unos años. "El blanco es el mejor. Piensa que lo vas a utilizar mucho en el hospital. Mejor blanco por que se puede meter en lejía. Ya sabes lo difícil que es quitar las manchas de sangre." Quienes mejor que las madres para aconsejarla en estos menesteres.

Mientras coge el cuchillo recuerda la primera vez que fue a la consulta. "Sientate Sara. Lo que te tengo que contar no es fácil. A ver.....tienes una malformación congénita en el utero. Eso te va a impedir tener hijos. Hoy por hoy hay muchas alternativas, como la adopción." Sara no se podía creer lo que estaba escuchando. Desde pequeña su sueño había sido ser madre. Ese milagro de la naturaleza de poder crear vida en tu cuerpo. El regalo de poder gestar y sentir una persona dentro de ti, una persona con tu adn, una miniversión de ti mismo.

Mientras corta el trozo de carne de su plato las gotas de sangre gotean en su vestido blanco. Sigue recordando aquel día tan importante en su vida. Como las palabras de su ginecólogo se agolpaban en su cabeza y como su mente rechazaba todas las palabras que estaba oyendo. Aquello era imposible. Su único sueño roto en mil pedazos. No podía ser real que no tuviera la oportunidad de ser la madre perfecta. Aquella madre que daba vida, que cuidaba, que amaba, que egoistamente daba vida para dársela a ella misma y hacerse inmortal.

Mientras comía el trozo de carne lo saboreaba al máximo. Era como si cada pedazo que se ponía a la boca tuviera la función de saciarla. Pero no un saciar físico solo, sino también buscaba saciar el alma.
Desde aquel día había asistido a muchas visitas de psicólogos para poder poner fin a todas las voces en su cabeza. Unas voces que no paraban. Que le decían que ella había nacido para ser la perfecta madre. Ninguna propuesta, ninguna solución dada era la correcta. Harta de todos los consejos e ideas estúpidas, decidió hacer lo que le parecía mas lógico.

Mientras tragaba los trozos de carne las lágrimas acudían a sus ojos.  Lágrimas de  perfección. Finalmente estaba cumpliendo su cometido. Finalmente estaba sintiendo esa misma emoción. Ya que no podía ser la perfecta madre iba a ser la perfecta antimadre. Iba a hacer el camino al contrario. Iba a quitar vidas en vez de darlas y en vez de formar cuerpos dentro de si, iba a engullirlos para tenerlos dentro de su cuerpo también. Ese momento donde ese cuerpo estaba dentro de si era el momento de paz que ella buscaba, esa comunión de cuerpos que añoraba de manera natural y que ella recreaba para buscar ese momento de felicidad que tienen las madres al sentir un cuerpo dentro de ellas.

Apartando el cuerpo sin vida que yacia en el suelo se sento en el sofa. Mientras su estomago digería la carne, ella se reclinaba y se tocaba la barriga. "Por fin estas hay, dentro de mi. Te quiero tanto. Eres mi hijo. Mi hijo perfecto. Y yo soy tu perfecta antimadre"

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