lunes, 4 de marzo de 2013

Sin retorno

Desde la ventana ve caer las gotas de lluvia en el cristal. Su mirada esta ausente, mirando para adentro, en sus ideas, sus sueños. Su cabeza, como a menudo, muy dispersa e intentando hacer coincidir su realidad con ese mundo paralelo que es su realidad virtual. Una realidad que solo existe dentro de su cabeza.

Un mundo imaginario demasiado sensible para un mundo tan rudo como el de hoy en día. Se deja balancear por sus pensamientos mientras su mirada incierta se tropieza con la gente que pasa ajena a su mundo. Gente con sus propios problemas y su propia vida, pero como si en el fondo todos tuvieran esa mirada perdida de vivir una vida que no les corresponde.

Mientras coge un papel y garabatea unos dibujos sin sentido, su cabeza solo hace que pensar. No sabe muy bien como ha llegado hasta aquí, pero lo malo es que no hay vuelta atrás. Es un punto sin retorno y ella sabe que eso no es verdad. Siempre se pueden despasar los pasos hechos. Lo malo es que es cabalgando sobre personas y rompiendolos. Eso ya le ha pasado muchas veces y aunque parece que sale de rositas de toda esta batalla, siempre el dolor vuelve a pegarle al corazón. Tan fuerte, que luego tarda mucho en recobrar la rutina y se queda muy débil.

Su cabeza lleva una corona muy pesada de reina de corazones. De destrozar vidas allá donde se posa. De siempre dar patadas allá donde va. Pero solo es para hacerse paso cuando todas las cuerdas le ahogan. Ella solo quiere libertad para poder hacer lo que ella quiera y claro, eso la gente no lo entiende.  La gente piensa que cuando uno es mayor tiene obligaciones. Uno ya no puede hacer lo que quiere. Se debe a unas pautas, a unos condicionantes.

Mentira. Eso es todo mentira. excusas de mentes débiles que les da miedo reaccionar. Mentes que tienen miedo a mover ficha por el que dirán, por no poder volver hacia atrás si todo sale mal. Pero cuando lo que tienes que ganar es tan bueno, que mas da lo que pierdas si ganas el doble.

Ella llegó a casa, hizo la maleta y cuando él volvió a casa, miró la maleta, la miró a ella y se quedo mudo. "Me voy. Me ahogo aquí. Ya lo sabes. Te he dicho muchas veces que no era feliz"  Él la miro sin mirarla. Era algo que ya se había repetido en su mente varias veces. Ella se lo había repetido varias veces, pero nunca pensó que lo pudiera hacer de verdad. Ella, con los ojos llenos de lágrimas le miro a los ojos, esperando una palabra que le hiciera cambiar de idea, que le hiciera pensar que estaba equivocada, pero esa palabra nunca salió de sus labios. "¿Quieres que te llame a un taxi?" le dijo él cogiéndole las bolsas.

Después de cargar las bolsas en el taxi, se abrazaron los dos y ella susurro "lo siento" en su oído. Ella se subió a la parte trasera del coche y él espero a que el coche desapareciera. Su cara estaba triste y ella no pudo evitar las lágrimas por aquella historia rota. Una historia más que no había podido atar a aquel corazón salvaje suyo. Un corazón que echaba de menos correr libre en cuanto se sentía atrapado. Mientras pensaba en su próximo destino no podía para de llorar. Llorar por la historia perdida, y por esa maldición de querer ser libre de espíritu y de corazón.

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