sábado, 2 de junio de 2012

Control

Mirando sin mirar. Queriendo parar la mirada constantemente, pero el corazón no le dejaba. Su mente inquieta barajaba la idea de llamarle o no. Sabia que no estaba correcto, pero también sabia que no podía hacer lo contrario. Aturdida sacó un cigarrillo y salió al balcón. ¿Que estoy haciendo? Su cabeza se dividía entre seguir corriendo y estamparse o parar. Ya había parado muchas veces. Tantas veces que siempre que había vuelto a correr lo hacia más fuerte. Era una especie de imán que le estaba llevando a un callejón sin salida pero que como un adicto sabia que por aquellos minutos de gloria merecía la pena morir después. Tan nerviosa, tan agitada. El corazón le latía muy fuerte y aunque lo quería coger en sus manos, se le escapaba como un pez fuera de la pecera. Si....no...si,si,si,si.....nooooooo

La luz de sus ojos es tan intensa que sale fuego. Sus pupilas y su iris se desdibujan y se convierten en uno. Sus mejillas, de rojas, exhalan calor. Su cuerpo emana un sudor frio y sus entrañas giran y giran sin parar. Parece que va a desvanecer, pero al mismo tiempo sus piernas se hacen fuertes como rocas. Tanto que se paralizan por el peso y no se pueden mover. Un susurro en el oido y una mano ligera en su cintura. Se para el tiempo y la respiración se hace más lenta. Sus ojos se cierran y su mente se queda en cero.

Ella se viste y disimuladamente se pone algo muy favorecedor. Nunca sabe que ponerse. Nunca, menos cuando sale a verle. Entonces sabe perfectamente que ponerse. Se viste finalmente de ella. Por fin se quita las máscaras. Es entonces cuando realmente se siente cómoda. Sin ninguna etiqueta. Se siente libre. Por fin su corazón le dice como ser y ella se deja llevar totalmente. Sabe que durante unas horas, la felicidad va a ser absoluta. Sabe que esas horas van a ser luego dibujadas en su mente una y otra vez, apartandolas de la realidad y haciéndolas suyas. Ella le pondrá otros colores y le añadirá una banda sonora. Ese recuerdo se quedara para siempre en su alma.

Ella apartando la mano le susurra "ten cuidado. Nos pueden ver". Se miran a los ojos y el deseo es tan fuerte que se puede comer. De hecho se lo comen a besos. Tan fuertes que no se dan cuenta que estan haciendo un espectáculo en la calle. Esa pasión tan primitiva y tan animal que derrumba cualquier mente inteligente y cualquier argumento predecible. Solo uno. No hay nadie más. Solo una mente. Loca y una, pretendiendo fundirse todavía más. Un perder la noción del tiempo y del espacio. Un ser solo alma y unas ganas locas de juntarse tanto que quieren traspasar los cuerpos.

Mientras va caminando hacia el lugar acordado sus ojos brillan de espectación. Una vez más. Solo una vez más. Una para recordar y se acabó.

2 comentarios:

  1. Ostras Pilar, lo flipo contigo. Como si lo hubiera escrito yo, mismos sentimientos, mismas contradiciones...¿sera verdad que nos parecemos tanto a la abuela Marita?¿Seremos clones?.Mi padre no para de hablarme de ella, tengo alguna nota escrita por ella (le dejaba notas al abuelo).Otra mente inquieta.

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  2. ¿Tienes notas de la abuela Marita? ¿Y que pone? Me has dejado con la curiosidad!!

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