sábado, 10 de marzo de 2012

Irreal

Siempre me ha divertido observar y hacer mis propias conclusiones, no importándome para nada lo real y haciendome así un mundo a medida que se me antoja más divertido. A veces me tomo muy al pie de la letra la frase de Campoamor "Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". A mi me gusta ver la realidad con los colores que me gustan y en cuanto los colores se difuminan y empieza a verse la realidad tal y como es, me da la sensación de estar en una película de miedo, donde las caras se desdibujan y la gente habla en tonos mas bajos.

De todas maneras, esta forma de ver la realidad viene de lejos. De hecho de pequeña ya me hacia yo mis divagaciones imaginativas con ayuda de la música (que habría sido de mi vida sin la música!). En el asiento de atrás del coche de mi padre, mientras observaba el paisaje como cambiaba, escuchaba las cintas que ponía en el radiocassette y sin darme cuenta, mi mente viajaba. Ese flamenco de la Lole y Manuel se convertía en un tablao, donde los dos personajes se levantaban de sus sillas y se ponían a hablar mientras bailaban. De repente mi padre cambiaba de canción y se me iba la ensoñación. Mis ojos volvían a ver el paisaje rural que hasta hace unos segundos se había desvanecido por completo.

Cuando después de mucho pedir, mis padres me regalaron mi primer Walkman con radio, ahi empezaron mis viajes a mi mundo interior a ser habituales. Me ponía la radio y allí estaba yo subida en un escenario o en una disco, vestida monisima y siendo la protagonista de todos los videoclips imaginarios que se producían en mi mente. Los pocos cassettes que tenia por aquella época los reproducía sin parar hasta que me sabia las historias de memoria.

Ahora que pienso en aquellos tiempos, pienso que eran muy liberadores y que sin darme cuenta me hacían escapar de una monotonía aburrida. En aquellos momentos mi vida merecía la pena, era lo que yo quería ser. Hoy en día se supone que vivimos la vida que queremos vivir y ya no hace falta evadirse con la música. Si no tienes lo que quieres puedes cambiarlo a tu gusto. Pero hecho de menos aquella sensación de libertad, donde nadie es lo que es y donde puedes burlar a la realidad, como si guiñaras el ojo a la rutina.

Pensando en esto, cojo mis auriculares y me pongo a los Metronomy a todo volumen. De repente, mi cuerpo se empieza a mover y ya no estoy aquí, estoy en un concierto rodeada de gente y viendo a Metronomy en directo. Me quito los auriculares....Guau, esto todavía funciona!!!

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